lunes, 2 de abril de 2007

En el tren patagónico (II)



Hubo un tiempo en que las cosas se hacían así: los trenes eran anchos, y anchos los asientos.
Un camarero amable, con chaleco y pajarita recorría el pasillo preguntando si el viajero deseaba cenar en el vagón restaurante, y, en caso afirmativo, le ofrecía tres menús (ninguno de ellos vegetariano, por supuesto).
Llegada la hora, el mismo camarero conducía a los viajeros al vagón restaurante, un amplio lugar provisto de mesas, lámparas y sólidas sillas de madera. Y ahí, sin prisa, disfrutaba uno de la comida y, si era uno más afortunado que el viajero que les habla, de la interesante conversación del compañero de mesa.


(Mi compañera de viaje y de mesa resultó ser una señora algo descuidada, vestida de chándal y con tendencia a dormirse con el mate en la mano derecha. El mate es lo que contiene el agua caliente y la hierba mate, la infusión que muchos argentinos consumen sin parar. No debe de ser agradable que a uno le caiga agua caliente con hierba en la entrepierna, así que, cada vez que la señora caía dormida, yo, en cambio, debía de estar más despierto que nunca.)
Hubo un tiempo en que un cartel informaba de las sesiones del vagón - cine. Sí, un vagón en el que se proyectaban cinco películas durante el viaje. Un vagón completamente alfombrado, acolchado, en el que uno, por menos de un euro, podía ver una película actual escuchando a la vez cómo el tren seguía su marcha lenta pero imparable por la inacabable Patagonia.
Pues bien, como imagináis, ese tiempo sigue vivo en el Tren Patagónico, uno de las pocas líneas de ferrocarril que siguen circulando por la Argentina. Junto a algunas estaciones se acumulan los trenes, los vagones desvencijados, algunos quemados.





Según me comentan, durante los años infaustos, antes de la gran crisis, se cerraron muchas líneas ferroviarias. Ahora prácticamente todo el transporte se hace por carretera.

Si alguno de vosotros tiene la oportunidad, no os perdáis el tren patagónico, tal vez a esta línea, maravillosamente decadente, tampoco le quede demasiado tiempo.

3 comentarios:

Miss Julie dijo...

¡Ay, querido Dani! Cómo estoy disfrutando con tu viaje... Lo del tren patagónico no lo sabía, cuando vuelva allá no me lo pierdo. Gracias, amigo.

Daniel dijo...

Gracias a ti, Miss, me da la impresión de que eres... ¡mi única lectora!

Mercedes dijo...

yerba mate!!