viernes, 20 de abril de 2007

Otro guionista en el fin del mundo

Cuando un guionista se queda sin trabajo, o cuando cree que le van a echar... decide irse a Argentina. Vale, no es obligatorio pero... por lo menos es el caso del que os escribe y de mi ex compañero Luis.
Ahora él está allá, dándome envidia con sus increíbles historias de compañeros de albergue encerrados en la comisaría de Ushuaia, sus borracheras en San Telmo y demás aventuras que podréis leer en su muy entretenido blog. Está aquí. No os lo perdáis.

jueves, 12 de abril de 2007

En placita Serrano

Al poco de llegar a Argentina, cuando estaba en Ushuaia, creo, recibí un simpático mensaje de Marisa Quiroga, una lectora del blog que me escribía desde Buenos Aires.
Resultó que ella también era guionista y quedamos en vernos cuando yo llegara a la capital. En el mail decía algo tipo: estará bien conocerte en persona, después de leer el blog, será como conocer al Guionista hastiado o a "Estoy harto de ser buena". Ya véis, vuestra fama ha pasado océanos, compañeros bloggers.

Aunque habíamos quedado para desayunar en Palermo, en la plaza Cortázar (aunque la gente la sigue llamando placita Serrano, parece), el encuentro se prolongó hasta la hora de la comida. Evidentemente, dedicamos mucho rato a quejarnos de las productoras y las cadenas, como es lógico.
Pero también hubo cosas más interesantes: Marisa me contó cómo está la profesión en Argentina, hago un pequeño inventario de lo que me resultó más llamativo:

- Gran parte de la ficción que se emite en Argentina son tiras diarias que se emiten en prime time. Es decir, telenovelas en horario de máximo audiencia. Marisa había trabajado en "Resistiré" un gran éxito y en "El tiempo no para", que, digamos tuvo menos público (pero más de culto, al parecer). Ahora mismo, una de las tiras más publicitadas es "Son de Fierro" de Pol-Ka.

- Como aquí, en la telenovela argentina, se suele dar la división entre dialoguistas y escaletistas. La diferencia es que... allá suele haber un solo dialoguista para toda la serie. Es decir, que escribe un episodio diario. Casi nada. Así como aquí se considera que el trabajo de dialoguista es el más cómodo (en una telenovela uno suele escribir un episodio semanal) allá es casi el más duro.

- Por lo que pude ver, las condiciones de producción de las telenovelas argentinas son parecidas a las del mismo género en España. Es decir, más bien modestitas comparadas con... los gigantes de la producción de telenovelas: Colombia (allá acaba de estrenarse la espectacular "El Zorro, la Espada y la Rosa" que A 3TV emitirá aquí dentro de muy poco), México y Venezuela. Por eso...

- Los guionistas argentinos que quieren buscarse la vida en el extranjero, y ganar más suelen tomar ese camino, hacia los países del Caribe o incluso a Estados Unidos, ya que últimamente, algunas grandes multinacionales norteamericanas se han metido en la producción de telenovelas, con base en Miami.

- El gran fenómeno de la televisión argentina reciente ha sido Gran Hermano, cómo no, (producido por Endemol). En ficción: "Hermanos y Detectives" - de Szifrón - ha sido un éxito pero, al parecer, no va a continuar. (Por cierto, me dicen que se está preparando ya la versión de esta serie para España). Otra de las series más populares es "Mujeres asesinas" una serie producida por Adrián Suar, de Pol Ka que va de... (nunca lo hubierais adivinado) mujeres que matan a gente. Basada en hechos reales. Cada semana un crimen diferente, sin nexo de unión entre los episodios - a esto le llaman allá "unitarios" - (me recordó un poco a nuestra "Huella del crimen" pero en versión femenina). Según Marisa, la gran intriga es... cual de las mujeres que salen en el episodio va a ser la asesina...
- El Grupo Árbol de Emilio Aragón también está allá, con otro nombre: Promofilm. Incluso han hecho algún intento de adaptar "Los Serrano" a Argentina, pero no llegó a producirse. Según parece, además de "Amarte así (Frijolito)", sus mayores éxitos los han cosechado con "realities" tipo "La Granja".
- Otra diferencia, sin duda, son también las condiciones económicas. Los sueldos allá son bastante más bajos que en España. También la vida es más barata... eso sí, con ciertas excepciones.
Muchísimas gracias a Marisa por toda esta información. Y, aunque apenas llevo unas semanas acá, ya tengo ganas de volver a comer facturas y tomar un buen café en Placita Serrano.

martes, 3 de abril de 2007

En Viedma



Estoy en Viedma, la capital de la provincia de Río Negro.

Es una ciudad tranquila, poco turística, atravesada por el río que da nombre a la provincia. El río que marca la frontera norte de la Patagonia.
Atravesando el puente, o cruzando en barca, llega uno a Carmen de Patagones, que pertenece a la provincia de Buenos Aires. Paradójicamente, Patagones no está en la Patagonia y... Buenos Aires, no forma parte de la provincia de Buenos Aires.
Pero lo que os voy a contar no empieza aquí, sino a miles de kilómetros. En un pueblecito del que no habéis oído hablar.
Mezquíriz (o Mezkiritz como quiere la grafía vasca) está en el norte de Navarra. No tendrá más de treinta casas, diseminadas por la montaña. Y un buen frontón, eso sí. Si uno se da una vuelta larga por los alrededores, muy posiblemente acabe en Francia sin darse cuenta.

Ese es el camino que tomaron, eso sí, conscientemente, tres chicos de unos veinte años. De eso hace tiempo. Huían de la mili de la época. Tres años de servicio, muy posiblemente en el norte de África, donde España mantenía posesiones coloniales, a costa de las vidas de muchos soldados.

Matías Villanueva no quería ser uno de esos. Así que cruzó la frontera y llegó hasta Burdeos. Probablemente le habían hablado de Argentina, como de una tierra prometida. No creo que supiera nada de Viedma, la ciudad en la que le tocaría vivir el final de su vida.

Matías era el tío de mi madre. Hermano de mi abuelo, Julio el ebanista.
Recuerdo que en aquellos veranos de mi infancia, cuando, en Pamplona, le visitaba en su taller, a veces me hablaba de su hermano, y de la Argentina. Todavía hay por ahí tebeos de Asterix manchados del dulce de leche que alguien les había traído de allá.

Ahora los dos hermanos han muerto. Pero sus hijas, primas carnales que llegaron a conocerse cuando rondaban los cincuenta años, mantienen contacto permanente.

En los tiempos del espejismo, cuando un peso era igual a un dólar USA, parte de nuestra familia argentina vino a visitarnos, a visitar Mezquíriz, entre otros lugares. Entonces viajar por Europa no les resultaba caro.

Ahora (¿tal vez en otro espejismo?) el peso está 4 a 1 con el euro. Somos nosotros los que podemos permitirnos viajar allá.

Por eso ahora yo estoy en su casa. Comienza el curso en la Argentina y la librería que Beatriz fundó con su marido - hijo de leoneses de Quintanilla de Somoza - está de bote en bote. La gente tiene que tomar número, como en las pescaderías, para comprar los libros del colegio.

Por cierto, la librería se llama "Don Quijote".
P.D.: Mi cámara de fotos parece haber muerto, tendré que recurrir a fotos de Internet por ahora...

lunes, 2 de abril de 2007

En el tren patagónico (II)



Hubo un tiempo en que las cosas se hacían así: los trenes eran anchos, y anchos los asientos.
Un camarero amable, con chaleco y pajarita recorría el pasillo preguntando si el viajero deseaba cenar en el vagón restaurante, y, en caso afirmativo, le ofrecía tres menús (ninguno de ellos vegetariano, por supuesto).
Llegada la hora, el mismo camarero conducía a los viajeros al vagón restaurante, un amplio lugar provisto de mesas, lámparas y sólidas sillas de madera. Y ahí, sin prisa, disfrutaba uno de la comida y, si era uno más afortunado que el viajero que les habla, de la interesante conversación del compañero de mesa.


(Mi compañera de viaje y de mesa resultó ser una señora algo descuidada, vestida de chándal y con tendencia a dormirse con el mate en la mano derecha. El mate es lo que contiene el agua caliente y la hierba mate, la infusión que muchos argentinos consumen sin parar. No debe de ser agradable que a uno le caiga agua caliente con hierba en la entrepierna, así que, cada vez que la señora caía dormida, yo, en cambio, debía de estar más despierto que nunca.)
Hubo un tiempo en que un cartel informaba de las sesiones del vagón - cine. Sí, un vagón en el que se proyectaban cinco películas durante el viaje. Un vagón completamente alfombrado, acolchado, en el que uno, por menos de un euro, podía ver una película actual escuchando a la vez cómo el tren seguía su marcha lenta pero imparable por la inacabable Patagonia.
Pues bien, como imagináis, ese tiempo sigue vivo en el Tren Patagónico, uno de las pocas líneas de ferrocarril que siguen circulando por la Argentina. Junto a algunas estaciones se acumulan los trenes, los vagones desvencijados, algunos quemados.





Según me comentan, durante los años infaustos, antes de la gran crisis, se cerraron muchas líneas ferroviarias. Ahora prácticamente todo el transporte se hace por carretera.

Si alguno de vosotros tiene la oportunidad, no os perdáis el tren patagónico, tal vez a esta línea, maravillosamente decadente, tampoco le quede demasiado tiempo.

En el tren patagónico




Los niños juegan en las vías mientras el tren se prepara para salir. Hombres con txapela vasca se despiden de sus familiares.

El tren patagónico aún no ha salido... y ya lleva media hora de retraso.

Hace un día precioso y ya estoy acabando el libro de Cortázar que compré esta mañana. Se llama "Un tal Lucas" y, aunque nadie lo conoce, es uno de los buenos de Cortázar, os lo recomiendo.

Voy de Bariloche a Viedma, la ciudad a la que hace unos sesenta años fue a parar parte de la familia de mi madre.

Mis familiares de aquí me recomendaron tomar este tren, que sólo sale dos veces a la semana. Sólo os diré por ahora que... merece la pena.

jueves, 22 de marzo de 2007

¿Dias tranquilos en Bariloche?





Casi una semana en Bariloche, ciudad turística rodeada de preciosos lagos, procedentes del deshielo.

De pronto se me acumula el trabajo (cosas que tengo que enviar a España) y comienzo a conocer los cibercafés de la zona mejor que los cerros.

Aquí cuelgo algunas fotos de los lagos cercanos, sobre todo el Nahual Haupi, vistos desde el cerro Campanario.

Por la ruta 40





En autobús por la ruta 40. Dos días.



Dos días enteros dan para mucho.



O para muy poco.



La ruta 40 va de El Calafate a Bariloche (tal vez siga, pero a mí me sirve este tramo).




Una gran parte del recorrido es por ripio. Ripio en Argentina no es un mal poema. Es una pésima carretera.






La publicidad decía que era un viaje por la mítica ruta 40.

Y uno piensa... ¿mítica por qué? ¿quién pasó por ella? ¿Otro grupo de incautos turistas? ¿Sirve eso para forjar un mito?

Mi compañera de asiento ve "Ray" en un reproductor portátil. La mujer de atrás, la que se parece a Mia Farrow, habla en dos idiomas diferentes a su hija pequeña. Inglés y Francés.


Detrás de mi, un chico, luego sabré que llama Andy y es inglés, lee el mismo libro que yo en la edición inglesa. El libro que, en cierto modo, me trajo aquí. "Patagonia" de Chatwin. Al inglés le saco unos cuantos capítulos de ventaja. Con un día de viaje por delante, esa ventaja es una desventaja. No he traído más libros.


La novia alemán del diseñador catalán que viaja en una de las primeras filas dijo que había oído que iban a asfaltar la ruta 40. Dijo que era una pena.


A veces me parece que queremos para los lugares que visitamos como turistas aquello que no desearíamos para los sitios en los que vivimos.


El paisaje de la Patagonia.
Si te dicen que es bonito, no les creas.
Difícil imaginarse algo menos interesante. Una especie de eterno desierto pedregoso, con plantas verdosas y secas. De vez en cuando, un río. Algún árbol suelto. Un ñandú, un caballo, una vaca.
Pero sigue... y sigue... y uno mira por la ventana y... comienza a encontrarle algo. Creo que lo del viajero con el paisaje de la Patagonia es una especie de Síndrome de Estocolmo. Te secuestra y... poco a poco comienzas a encontrarle algo, alguna virtud oculta.
Tras la ventana, recuerdo lo que dijo Mercedes Álvarez en aquél seminario sobre documentales al que asistí hace unos años: decía - más o menos - que sólo a partir de cierto momento, cuando uno ya ha obtenido la información, comienza de verdad a ver lo que tiene ante los ojos.
Quizás para ver de verdad, hace falta ver durante más rato...